Pincha aquí Seguimos en el Gofo Pérsico, en el siglo I a. Xto. que es cuando hemos empezado nuestro viaje, nuestro imperio, el Imperio romano está en todo su esplendor. Nunca, jamás conseguirá ningún imperio llegarnos a la suela de las «caligas».
¡Ya no se hacen imperios así! Todos tenemos nuestras rarezas. A todos nos interesan cosas que para los demás son tonterías. Leía en los «conecta» el otro día que a uno de vosotros os llamaba mucho la atención la astrología, a otro la historia antigua, a otro los cuadros, a otro la pesca o otro la danza... Pues os voy a hablar del origen de los nombres. Por qué la gente se llama como se llama y el significado de esos nombres . Es por eso que he pensado hablaros sobre los nombres romanos, sobre el origen y la estructura, porque es bastante curiosa. Hoy en día uno se llama Jesús Cabeza Compostizo o Dolores Fuertes de Barriga, por ejemplo, y todos entendemos que a parte de haber tenido una infancia muy dura, ésta gente tiene un nombre, un primer apellido y un segundo apellido. Cómo todo el mundo vamos. En la época de los romanos esto no era exactamente así. Ellos gozaban de un praenomen, es decir, el nombre propio, un nomen, que era el nombre de la familia (como el apellido), y un cognomen, que generalmente se usaba para acabar de identificar al individuo, ya sea con un mote, o especificando mejor la rama de la familia a la que pertenecía. No sé si os habéis dado cuenta, pero la mayoría de los personajes romanos, tienen nombres muy parecidos, y muchos de ellos se repiten. Eso no es de extrañar ya que, por ejemplo, al final de la República sólo existían dieciocho praenomen, es decir, dieciocho nombres propios. Eso era todo. Así que por narices necesitaban el nomen y el cognomen, o no había manera de entenderse. En general, el nombre de pila no era muy importante, y cuando se citaba a la gente, era bastante habitual abreviarlos, por ejemplo: Ap.: Appius A.: Aulus C.: Caius / Gaius D.: Decimus Lo considerado más importante era el nomen, es decir, el apellido familiar, que quizá os suenen más, por ejemplo la familia Iulia, o la familia Tulia. Así hasta cuantas familias hubieran. Se deduce que había más variedad entonces en el nomen que en el praenomen, lo que es bastante curioso, sobretodo hoy en día, que es costumbre poner a los niños nombres cada vez más rocambolescos.
El cognomen es lo más divertido. No todos los ciudadanos tenían el «honor» de poseer uno, sólo los que pertenecían a familias patricias o eran conocidos por algo, ya fueran actores, escritores, historiadores, etc. Se utilizaba para acabar de especificar, para que no hubiera duda de que estás hablando de tu primo y no del hijo del vecino, que curiosamente también se llama Marco Cornelio (no era tan raro). Pues el cognomen era básicamente esto, si un pobre hombre tenía la desgracia de tener acné, pues después de Marco Cornelio le ponían Cicerón, que viene de cicero(grano). Así que si decías, «Sí, Marco Cornelio...», y te miraban con cara de extrañados decías: "¡El de los granos!" y todo quedaba resuelto.
Hay muchos hombres ilustres de la época a los que se les ha acabado conociendo por su cognomen:
César: Significa cabellera o bello corporal. Escipión: Significa bastón, sería una especie de House a la romana. Claudio: Significa cojera, y es que aparte de llamarse así por pertenecer a la familia Claudia, nació desproporcionado, eso no se lo puedo negar...
Y así podríamos seguir y seguir, porque, lo que se solía hacer es que cuando un personaje notable era conocido por el cognomen, sus descendientes también lo acababan adoptando, convirtiéndose en un segundo apellido y dando lugar a un cuarto nombre, un segundo cognomen. Así que por ejemplo, todos los emperadores eran llamados Césares, pero dudo que todos tuvieran pelazo de ensueño. Especialmente el propio Julio César, del que se dice que no se quitaba la corona de laurel porque le clareaba el cartón... Sé que todo esto puede sonar un tanto complicado, así que aquí viene un clarificador ejemplo:
El emperador Calígula se llamaba en realidad: Gaius (nombre de pila) Iulius (era perteneciente a la familia Julia) Caesar (cognomen adoptado de Julio César) Augustus (segundo cognomen adoptado del emperador Augusto y que generalmente adoptaron todos los emperadores después de él) Germanicus (agnomen heredado de su padre Germánico). Pero se le acabó llamando Calígula...¿Por qué? Pues porque de pequeño se probaba las «caligas» de los soldados romanos. Calígula significa «botitas», y ése resultó ser su cognomen.
Me gustaría comentaros, un poco por encima, los nombres de las mujeres. Las mujeres eran un auténtico cero a la izquierda y no tenían praenomen, así que era común simplemente llamarlas por el nomen de la familia en femenino. Si era de la familia de los Iulius, pues Julia, si era hija de Agripa, pues Agripina, y a otra cosa. Como máximo, les ponían detrás un cognomen como Minor o Maior, para diferenciarlas y se acabó. Por cierto que Livia es un cognomen que significa: La de color aceituna. Os propongo un pequeño juego. El nombre más largo conocido en la época romana es el de un cónsul de 169 d.C (se les empezaba a ir la olla) con treinta y seis cognomina. Uno de ellos está repetido dos veces, y el otro tres. ¿Cuáles son?
El nombre en si era: Quinto Pompeyo Seneción Roscio Murena Celio Sexto Julio Frontino Silio Deciano Gayo Julio Euricles Herculano Lucio Vibulio Pío Augustano Alpino Belicio Solerte Julio Apro Ducenio Próculo Rutiliano Rufino Silio Valente Valerio Nigro Claudio Fusco Saxa Amintiano Sosio Prisco.
¡Suerte! |
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