Hace un tiempo, mientras releía su historia, pensaba en algunas lecciones sencillas que nos brinda, a personas del siglo XXI, este legendario patriarca. Noé era tan humano como cualquiera de nosotros y no carecía de una buena dosis de problemas. Lección número 1: Noé no parecía intimidarse con el «qué dirán» o «qué pensarán otros». Imagina cómo sería empezar a construir un barco, algo nunca visto, ante las miradas curiosas, los comentarios de toda clase y sin duda, alguna que otra burla. De hecho, en el capítulo 6 de Génesis se nos da una idea clara de que la maldad del ser humano alcanzaba proporciones desenfrenadas (v. 5). Pero es evidente que a Noé no le importó pues siguió adelante con su proyecto hasta terminarlo. Dios le dio una misión y él la iba a cumplir, independientemente de lo que dijera la gente. Lección número 2: Noé siguió al pie de la letra el plano original, ¡a pesar de nunca haber visto un barco! (v. 22). Él no fue a decirle a Dios lo que pensaba que era mejor. No cuestionó la idea de construir un barco en tierra seca, sin mar ni lagos a la vista. Él ni siquiera sabía qué era exactamente un diluvio. Noé solo sabía que, si Dios era el autor del plan, no había alternativas mejores y el resultado, cualquier que fuera, estaba garantizado. Así que, lo hizo por fe. Lección número 3: Noé involucró a su familia, les gustara o no. Él hizo de la misión de Dios un asunto familiar. Puedo imaginarme a aquel hombre ya anciano comunicando a su esposa e hijos el mensaje de Dios. No sabemos cómo reaccionaron, pero está claro que fueron obedientes a lo que el patriarca dijo porque el relato bíblico nos cuenta que todos, incluyendo a los hijos con sus esposas, entraron al arca. No es difícil suponer que sus tres hijos le ayudaran con la tarea de construir aquella nave inmensa. Y cuando todo terminó, la familia estaba en pie, sana y salva. Imagínate que en un «conecta» cualquiera te hiciera esta pregunta --> ¿Qué es lo que verdaderamente te gustaría alcanzar en tu vida? ¿Crees que tendrías una respuesta espontánea que verdaderamente representara tu propósito personal? ¿o te quedarías brevemente bloqueado para acabar respondiendo un efusivo no sé? Ningún viento es favorable para el barco que no sabe adónde va (Séneca) Es fácil dejarse llevar en el día a día por la rutina, las prisas y la urgencia del ahora y olvidar dedicarle unos minutos a pensar a medio-largo plazo. Pero si no sabes hacia dónde te diriges, no habrá ningún viento que te resulte favorable y es posible que acabes navegando a la deriva. Piensa en qué te ha pasado desde que empezamos el curso y contéstalo en classroom (sabes que, como siempre, es «secreto de confesión» y nadie va a saber qué contestas) Si no sabes dónde vas, cualquier camino sirve. ¿Y a la HUMANIDAD?¿Le sirve cualquier camino? |
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