martes, 6 de julio de 2021

Mérida

Mira que me gusta poco Mérida, pero por «h» o por «b» siempre termino hablándoos del «asentamiento romano».

La verdad es que «el hijo del gallego» (Abd al-Rahman ibn Muhámmad ibn Marwán ibn Yunus al-Yiliqi al-Maridi, conocido como Ibn Marwán al-Yiliqi, «el hijo del gallego») le faltaban IX siglos por nacer y por lo tanto Badajoz no existía, ni tan siquiera en la imaginación de los romanos. 

Sin embargo, el que sí existía era Publio Casio, de los Casio de toda la vida, y precisamente fue a él a quien Octavio Augusto le encargó que levantara una colonia romana, sin escatimar en gastos, por todo lo alto.

Quería que los «eméritos», los legionarios jubilados que habían combatido con honor en Hispania, tuvieran un buen lugar donde retirarse. 

Era una especie de «Marina d'Or, ciudad de vacaciones», pero a lo bestia. 

Un corta-pega de la mismísima Roma, sin reparar en gastos. ¡Que no falte de nada!

Por estos jubilados (los  eméritos) y por el emperador, Augusto, la nueva ciudad se llamó Emérita Augusta

Fue la nueva capital de la Lusitania, y Augusto quería que fuera el mejor testimonio de la grandeza del Imperio. 

Y, de paso, que los lusitanos vieran lo bueno que era acatar la forma de vida romana.

Se llenó de centuriones y mercaderes, de posadas y sirvientes, de vestales y stabularias, de maestros y adivinos...

Y de obras. Muchas obras… (Como decía Manu cuando estuvimos en Roma el curso pasado: ¡Que montón de figuritas hay por la calle!).

¿Qué obras se hicieron en Mérida?

Un teatro romano que sigue siendo el monumento más famoso y uno de los más bonitos de Europa, con casi seis mil localidades, donde todos los años se celebra el Festival de Teatro Clásico. Toda una experiencia, os lo recomiendo.
Imagen

Al lado del teatro, un anfiteatro para las luchas de gladiadores, con catorce mil asientos. 
Se entraba gratis; los espectáculos los pagaban los ricos que querían tirarse el pisto...

También un circo para 30.000 espectadores, donde se celebraban las carreras de cuadrigas.

Mérida construyó un templo de Diana, que no es de Diana, sino, probablemente, de Octavio Augusto…
Un templo de Marte, que hoy está en la basílica de Santa Eulalia…

Un templo de Mitra, tres acueductos, arcos, mosaicos, casoplones... y todavía tiene el puente romano más largo de España, de ochocientos metros y sesenta arcos de granito. Que no lo cierra ningún vendaval ni ninguna riada...

Por este puente han cruzado: el latín, el derecho romano, los dioses del Olimpo, las creencias mistéricas de Oriente y, más tarde, el cristianismo.

Y se han quedado en Mérida, poniendo desde ese año 25 a.Xto., los cimientos de la Hispania romana.

¡Madre mía: MERIDA!

¿Quién te ha visto y quién te ve?

El Teatro Romano de Augusta Emerita – Artehistoria

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